jueves, 3 de marzo de 2011

I SAW HER STANDING THERE
Ya te vi, te vi partir, te vi tan clara como la mañana anterior a este día, en la cual entre tu galope te llevabas cada parte de mi sonrisa y mi desdibujado adiós; no quería que partieras cual ladrón ecuménico sisándome el alma, y sisando todo aquello que por migajas se había vuelto mío.

Vi como entre neblina huías desesperadamente, tratando de encontrar un recoveco por el cual deslizarte, con al ansía parecida a la de una llama moribunda buscando el gran fuego para no perderse en la nada y nuevamente enarbolar el aire intentando reducir a cenizas las lágrimas de cartón que evocan mis queridos recuerdos.
Te vi abandonar aquel regazo que te cubría, mientras yo, a lo lejos, sentado en el quicio del olvido, te admiraba y veía como tu larga cabellera, cayendo entre ruinas y lamentos, intentaba enmarañarme como si con ello se le fuera la vida, y con ello a mi me fuera la muerte.
Te he visto indagar entre las piedras que cubren mis largos pasos ominosos hacia el profundo vacío de mis orgullosos lamentos; te he visto y me lamento, por no poder alcanzar a ver a lo lejos cada parte del camino que me encierra entre mareas de inquebrantables cuestionamientos.
Ya te vi dando saltos desaforadamente intentando cubrir todo el cielo, cual si fuera un oleo para que la luz no lastime mis escondrijos y no me aparte de tus garras punzantes que castigan mi escurridiza piel.
Te vi, te vi y después entre sollozos susurré que nada me había alejado del dolor incesante de tus caricias, sino simplemente el buscar nuevamente algún reposo a mis marchitados brazos.
Te vi tal cual se ve una sombra profunda que se escurre sobre las grises paredes del encierro, lánguida, tímida, añeja, mancillada, la cual no reposa un solo instante por el simple hecho de no saberse esclava de nadie, porque las sombras en el oscuro encierro son un esbozo de la nada que intentan encaramarse a las extremidades de cualquier ente viviente.
by Vladestein.